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Viernes, 3 de Mayo del 2024
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Consumo saludable de carne ayuda al desarrollo de los tejidos

El consumo moderado de carne contribuye a un buen estado de salud y al crecimiento y desarrollo de los tejidos.  El conjunto de este tipo de alimentos también tiene un papel clave en la prevención de enfermedades como la anemia y la desnutrición, sobre todo, en edades avanzadas. A continuación se detalla cuál es el valor nutritivo de los distintos tipos de carne y su aporte en la dieta de un adulto sano y con necesidades especiales. Con el apelativo “carne” se denomina a todos los alimentos que proceden de las partes blandas y comestibles de cualquier animal. Se consideran dos tipos de carne: la porción referente al músculo y las vísceras. También se distingue entre carnes rojas y carnes blancas. El primer término se refiere a carne de caballo, de vacuno (vaca, toro y buey), de caza (liebre, perdiz, pichón, faisán y codorniz) y las vísceras. Como carne blanca se concibe la de pollo, pavo o conejo. Por su parte, el cordero y el cerdo son una excepción: su clasificación depende de la edad y de la alimentación y, cuando son adultos, de la parte de la canal. Todas las carnes alimentan igual. Las diferencias nutritivas están en su contenido graso, que es el que determinará la cantidad de calorías. La carne más grasa es la que proviene del cerdo y de sus derivados; la que menos, la del pollo. Iiene un gran contenido en hierro y fósforo, sobre todo las vísceras; es rica en vitamina del complejo B (B6, B9 y B12); y cuenta con poca cantidad de vitaminas A y C y calcio. Las carnes aportan entre un 16% y un 22% de proteínas, una proporción superior al de otros alimentos vegetales. Estas proteínas, como todas las que provienen de los alimentos de origen animal (leche y derivados, carne, pescado y huevo), son consideradas de alto valor biológico por su cantidad y su contenido en aminoácidos esenciales (los que el organismo no puede sintetizar por sí mismo y cuya única fuente de obtención es través de la alimentación). La característica de las carnes rojas radica en su gran contenido de mioglobina, un pigmento de las fibras musculares que le confiere su coloración rojiza y que contiene hierro. De hecho, que una carne sea roja o blanca -y que así se clasifiquen- estriba en la concentración de mioglobina. Las carnes rojas concentran más hierro en cantidad y en forma hemo, que significa que el organismo lo puede absorber de manera más fácil. Por su gran contenido en este elemento destacan, sobre todo, las carnes de caza, como el pichón (20 miligramos de hierro por cada 100 gramos) y las vísceras (10 mg/100 g). En comparación, las carnes blancas contienen entre 1 y 1,5 miligramos por cada 100 gramos de producto. En la senectud, la deficiencia nutricional incrementa el riesgo de anemia, de debilidad muscular y de desarrollo de úlceras por presión y altera el sistema inmunológico Los requerimientos de la ingesta de proteína deben suponer entre el 10% y 12 % del total de las calorías. Las mayores demandas de este nutriente se dan en la etapa infantil y en la adolescencia, cuanto mayor es el desarrollo del organismo. También aumentan las necesidades durante el embarazo (para el desarrollo del embrión y feto) y la lactancia.