Periodico Las Americas

“Quería suicidarme por mis problemas de erección” ó disfunción eréctil

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Disfunción eréctil

Después dejé de tener erecciones matutinas. Ese fue el primer signo real de que algo estaba mal.

Durante los siguientes 12 meses las cosas fueron empeorando progresivamente. La masturbación y las relaciones sexuales se volvieron cada vez más difíciles. En el momento en que dejaba de estimularme, el pene se me ponía blando. Estoy seguro de que mi novia en esa época notó que algo no estaba bien pero era una situación incómoda para hablar de ella. Sentí que no tenía nadie con quien hablar de esto. Crecí sin un padre y me sentía muy avergonzado como para contárselo a mis amigos de la escuela. Me habrían humillado. Y lo que hice fue alardear de mi vida sexual como lo hacían todos los demás. Mantener esas apariencias era estresante.

Yo pensaba que la impotencia era algo que sólo lo pasaba a los viejos. Pero es un problema cada vez más común en los jóvenes. Según un estudio reciente, uno de cada cuatro pacientes recién diagnosticados con disfunción eréctil tiene menos de 40 años. Mi médico actual me dijo que uno de cada 10 hombres sufrirá la enfermedad en algún punto en su vida, pero éste sigue siendo un tema tabú.

La pornografía pudo haber tenido en papel en esto. Vi tantas cosas explícitas cuando era más joven -en ocasiones varias veces al díaque me era difícil sentirme excitado con las situaciones de la vida real. Muchos hombres tienen experiencias similares.

Ahora tengo 25 años. Vi a un médico en algún punto pero me hizo sentir mucho peor. No me hizo caso y dijo que probablemente me estaba masturbando mucho. Salí de allí sintiéndome más molesto y ansioso. En secreto comencé a ordenar Viagra de India. Me escabullía la baño para tomar la píldora antes de tener sexo. Después le hacía sexo oral a mi novia por unos 20 minutos hasta que estaba suficientemente duro para la penetración. Las píldoras costaban unos US$2 cada una y venían en paquetes de 20. Tuve que haber gastado cientos de libras esterlinas a través de los años. La mayoría de los jóvenes llevan condones en sus billeteras, yo llevaba Viagra en la mía.

No podía entender por qué me estaba pasando esto cuando era tan joven. Era muy frustrante. Si se me acababan las píldoras, me entraba el pánico y hacía excusas para evitar tener sexo. Incluso cuando las medicinas funcionaban, no gozaba el sexo. Constantemente pensaba en el temor de perder la erección.

Una vez una novia encontró mis píldoras y me preguntó qué eran. Fue muy incómodo y pretendí no haberla escuchado. El secreto puso a nuestra relación bajo presión y eventualmente rompimos. Me hubiera gustado hablar con ella de eso pero me sentía muy avergonzado.

Un día, me dio una crisis nerviosa y terminé contándole todo a mi mamá. Me senté en la cocina de su casa y le dije que si llegaba a los 30 años y no solucionaba este problema, me mataría.