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Fariseos: ¿Es Usted Uno De Ellos?

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Fariseos

La palabra fariseo es muy conocida en las iglesias. Basta con referirse a la crucifixión de Jesús la cual se atribuyó precisamente a los fariseos que no soportaron la idea de un Redentor capaz de compartir con prostitutas, cobradores de impuestos y delincuentes. Si traemos esta situación al día de hoy, a nuestra vivencia como representantes de Dios en nuestra comunidad, deberíamos plantearnos esta pregunta: ¿En realidad toleramos que un cristiano pueda compartir con personas de dudosa reputación como lo hizo Jesús? ¿Cómo sabemos si algunos de los miembros de nuestra iglesia se han convertido en fariseos? O incluso, ¿cómo estamos seguros de que no seamos nosotros mismos los que seamos uno de ellos?

La realidad es que en muchos círculos cristianos, rechazamos a alguien porque no nos agrada, o simplemente porque no piensa o actúa como nosotros. Muchas iglesias han dejado de ser iglesias de amor y misericordia para convertirse en jueces implacables de quienes están en pecado. ¿Dónde está la gran comisión? ¿Acaso Dios no nos mandó a llevar el mensaje de salvación a los perdidos? Los fariseos realmente trataron de ser justos. Sabían sus Biblias mejor que nadie. Supuestamente su devoción era profunda. Sin embargo, Jesús dijo que se perdieron el barco. Sus confrontamientos mayores fueron precisamente con las personas que decían estar hablando en nombre de Dios.

Carey Nieuwhof, pastor de Connexus Community Church y autor de varios libros de mayor venta, escribió las siguientes siete señales que indican cuando hay fariseos funcionando en la Iglesia. Líderes que buscan protagonismo, Revise esas estadísticas. ¿Viste cuántas descargas consiguió ese mensaje? ¿Cuántos “likes” esa foto recogió? O ese visitante que opinó que eras tan bueno como tal mega-predicador? O, líderes de alabanza que piensan todo el tiempo en sus habilidades con la guitarra o su nuevo “look”. Todos queremos ser mejores, o más “cool” (a pesar de que la iglesia “cool” se está muriendo), ¿no? Pero a veces en nuestra búsqueda para mejorar nuestra habilidad, perdemos lo más importante.

Aquí hay una diferencia clave. Deje el protagonismo. Deje de tratar de conseguir algo mejor por el bien de tratar de mejorar. Enfóquese implacablemente en servir a Dios y a la gente, y verá como cosas asombrosas sucederán.