Periodico Las Americas

Las ruedas del poder nos trituran

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Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Las ruedas del poder

Una de las mayores amenazas de esta época que vivimos es la falta de horizontes, el cúmulo de sensacionesdesesperantes que a diario nos tejemos unos contra otros y la ausencia de diálogo verdadero. Ciertamente, unasociedad que vive de las apariencias, sin sentimiento alguno, difícilmente va a salir de este vacío que nos desmorona. No hay manera de avanzar humanamente, sino establecemos otros lenguajes, más del corazón a corazón, que delcuerpo a cuerpo. De ahí, que los referentes políticos han de ejemplarizar sus acciones.

Para empezar, resultapreocupante la escalada de tensiones políticas que el mundo vive. Hay que hacer todo lo posible por reducirlas, porprevenir hechos violentos y pérdidas de vidas. Entre todos, tenemos que salir de esta atmósfera de confusión y desarrollar otros ambientes másacogedores, más de la colectividad sin exclusión alguna, fijando nuestra atención en los espacios armónicos, siemprecrecidos y recreados por el Aristotélico sueño del hombre despierto, el de la esperanza. Sin duda, seremos salvadospor ella, pues es el mejor estimulante que podemos darnos internamente, sobre todo en estos precisos instantes, cuajados de dificultades en los que nadie respeta a nadie.

De un tiempo a esta parte, los derechos humanos y el compromiso de los moradores del mundo con elparlamentar, se ha desvirtuado y desvanecido. Se busca más el espectáculo que la resolución de los problemas de lagente. Los efectos brotan por doquier: El mundo arde de injusticias y la desesperación es un tormento para muchasvidas inocentes. No podemos continuar así. Todas las partes en conflicto, independiente de su afiliación política,están obligadas a entenderse. No se puede incrementar más la rigidez y polarizar aún más las situaciones. Hay quellamar a la calma. La veracidad y la entereza son las que han de gobernar en cualquier existencia humana.

Por eso, necesitamos otras ideas de poder, menos usureras y más devotas del deber, para que podamos fraternizarnos. Ya séque esto no es fácil, sobre todo después de habernos dejado encadenar, hasta las mismas entrañas, por el dinero; por eltanto tienes, tanto vales. Ojalá podamos romper estas cadenas y conquistar otros sueños más libres, más de ayuda y entrega a losdemás, más luminosos y regeneradores con nuestros análogos. Porque, al fin, la vocación de todo ser vivo, ha de serla de preservar¸ tanto el entorno en el que se vive como a nuestros semejantes. Justamente, como diría el inolvidableescritor y político francés, Montesquieu (1689-1755), “es preciso que el poder detenga al poder”.

Seguro que sí, conpaciencia y tiempo lo conseguiremos, pues de la cumbre al precipicio, apenas hay un paso y poco más. En consecuencia, apuesto por otra idea de poder en el mundo, que sea más de servicio que de cortar alas,que sea más de amor que de venganza, que sea más protector que opresor. Por desgracia, el mundo de los poderososno ha sabido tener dominio de su uso, se ha quedado sin alma y sus ruedas dominadoras, tan endemoniadas comosalvajes, nos trituran a toda la humanidad. Con lo fácil que sería entre todos asistirnos de manera auténtica, nofingida, poniéndonos al servicio de lo equitativo.

Sea como fuere, y a pesar de los pesares vertidos, me quedo con ese optimismo sobre el futuro de la UniónEuropea que está en aumento, según las últimas encuestas de Eurobarómetro, después de que el Reino Unido votarapor abandonar. Ese referente de unidad en la diversidad, es lo que ha de guiar a los líderes del mundo, pero desde unaconjunción de cooperación y colaboración, sin tantos intereses económicos. Allá donde está don dinero, todo sepetrifica. Europa, como todo el planeta, con sus pueblos y sus aldeas, tiene una gran necesidad de redescubrir elrostro de otro poder más del espíritu que de las finanzas, ya que la paz y la concordia, llegan de la mano del queauxilia, del ánimo que se dona, del aliento que se transmite; porque es, precisamente, este levantamiento de murosque nos emparedan, el que nos crucifica a todos.

Mantener viva la realidad de las democracias en el mundo, desde luego, nos exige sin más tardanza, otrosentido de Estado, de poder menos poderoso, tal vez más deportivo, o si quieren más de alianza, donde todos seamosdueños de uno mismo y sirvientes de todos. No es un extraño propósito, es una conciencia a expandir. Eso quieropensar.