Periodico Las Americas

De ningún modo es tarde para rehumanizarse

  • Imprimir

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Rehumanizarse

El mundo se mueve en una encrucijada de caminos en los que únicamente la senda de laintegración entre culturas puede ayudarnos a un futuro armónico verdaderamente esperanzador. La humanidad hoy corre serios peligros de extinción. O conciliamos nuevos abecedarios que nos reconcilienpara vivir unidos, o esta deshumanización que soportamos nos lleva al caos más tétrico. Cada persona tiene tras de sí una contribución que hacer a la sociedad y hay que dejarlo que se pueda realizarhumanamente como individuo. Nadie puede ser excluido, todos tenemos algo que aportar, pues la vida escomo un poema en el que todos los versos son requeridos para embellecer el planeta.

En consecuencia, lasdiversas culturas han de aprender a compartir el intercambio de experiencias y buenas prácticas, cuandomenos para prevenir los flujos de mercancías ilícitas, así como mejorar la localización de personas queson auténticos lobos para sí mismos y los demás. Nuestra historia como especie pensante está crecida de trágicos capítulos de venganza y odio, delos que hemos de tomar buena nota para que no vuelvan a suceder. Hoy más que nunca, tenemos quedignificarnos, permanecer en guardia ante posibles locuras humanas, hacernos valer como ciudadanos,pensar en nosotros como familia para poder sentirnos linaje, desde la tolerancia y el respeto por losderechos humanos de todas las personas.

Lo que no es de recibo es quedarse indiferente ante esa multitudde acciones asesinas. En 2012 ya surgieron los primeros informes del uso de armas químicas en Siria. Apartir de entonces, los alcances han sido frecuentes. La comunidad internacional no puede mirar para otrolado. Tampoco podemos quedarnos en la mera prohibición, hay que hacer justicia, más pronto que tarde, alos que infringen la normativa internacional, porque representan una barbarie que no podemos tolerar. Eshora de unirse, por tanto, de activar todos los diálogos, pero también de construir un mundo más seguro yresponsable. Si en verdad queremos un orden más poético, basado en la unidad de todas las culturas, hayque promover otra escala de valores, más humanista, que genere un clima de confianza y de convivenciasincera.

Por desgracia, somos una generación que hemos perdido el sentido humano de las cosas. Todo lodilapidamos en caprichos, en lugar de activar un desarrollo más de la vida que de la muerte, de los valoresy no del valer (como poder que aplasta), de la salud y la lucha contra la pobreza extrema. Estoyconvencido de que tenemos que despertar a un corazón más justo y generoso. Quizás sea necesariorepensar muchas cosas para poner fin a las hostilidades, adoptando otras medidas más solidarias, sobretodo para garantizar el acceso sin obstáculos a la asistencia humanitaria, que tantos ciudadanos nosimploran cada día. A veces pienso que es hora de limpiar la tierra de cizaña, pero no de manera altanera,sino con la compasión y la sencillez de tantos sufrientes, con la moderación y el intelecto preciso, con elsentido de tender la mano y la búsqueda del abrazo.

Sea como fuere, no podemos seguir destruyéndonos, sino reencontrándonos. Nunca me cansaré de repetirlo. Prevalezca la razón y no las armas. Naturalmente que cuesta creer el activo de una nueva carrera de armamentos en una era delconocimiento como la actual. En ocasiones creo que somos estúpidos e incoherentes en nuestrasactuaciones. Son tantos los asuntos que nos debieran hacer meditar, que tal vez por falta de tiempo, nohayamos aprendido a discernir lo primordial de lo superfluo. Mejorar la vida de las personas en todo elmundo, como el auxilio en caso de desastres, la educación y la sanidad, ha de ser algo tan urgente comoecuánime. Después, avivar otros cultos, o si quieren otros lenguajes, más comprensivos con todos. Olvidamos que la paz no se impone, se trabaja abrazando la verdad, defendiendo toda existencia,perseverando con lo equitativo, sustentando la benevolencia en definitiva.