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Repercusión de la destitución de Comey

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Por: Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Washington DC.-

¿Qué más podemos esperar de Donald Trump? Aparte de mitómano, sexista, racista y egocentrista es también el tipo más descarado que ha pisado la Casa Blanca. El día martes despidió a James Comey, un personaje querido y a la vez despreciado por los dos partidos políticos del país. Con esta decisión, en vez de cerrar, Trump está abriendo la posibilidad de que los medios de comunicación y las agencias gubernamentales de investigación encuentren más conexiones de la mafia de Putin con su gobierno.

Trump cometió un error que posiblemente conlleve a su procesamiento político en el Congreso. El cargo: Traición a la patria.

Hasta el día martes, Comey desempeñó el cargo de director de la Agencia Federal de Inteligencia (FBI) y fue también el personaje principal de la “novela” que gira entorno a las elecciones presidenciales y la influencia rusa. Ya se conocen a los “actores” de reparto (Michael Flynn, Julian Assange, entre otros), pero el actor principal, aquel que se benefició rotundamente de toda la información que proporcionaron los hackers del gobierno ruso, todavía no se conoce. Sin embargo, todos sabemos que Donald Trump fue el que más se benefició. Empero, hasta hoy, no hay pruebas contundentes de su relación directa con el gobierno de Vladimir Putin.

Precisamente Comey estaba encargado de destrabar todo el barullo ruso, la información hecha pública por Wikileaks durante el proceso electoral presidencial y las extralimitaciones políticas del gobierno de Trump. En una de sus últimas ruedas de prensa y en su entrevista al frente del Congreso, el ex jefe de la FBI hizo notar que efectivamente estaba investigando a la mafia rusa y a su posible intromisión en el gobierno de Trump. De acuerdo a versiones periodísticas recientes, Comey solicitó a la Casa Blanca que le concedieran más dinero para entrar al fondo de esta intromisión. Seguramente a Trump no le gustó que una de sus agencias gubernamentales esté investigando sus “trapos sucios”.

En este contexto, el Presidente tiene el derecho constitucional de nominar al dirigente más importante del FBI y tiene también la potestad de sacarlo cuando vea que sea conveniente. Sin embargo, el Presidente no puede, por cuestiones de ética, remover a alguien que está en plena ejercicio de investigación de un delito grave. Esta decisión va a repercutir de una manera que Trump nunca se ha imaginado. Puede, incluso, a crear un momento histórico para procesarlo por desacato a la ley, por contaminar información, mentir públicamente contra el Estado y, lo que es peor, cometer el grave delito de traición a la patria. Es cuestión de tiempo para que Trump pague por todos sus delitos.