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Putin cambió a su embajador en Washington, clave en trama con EE.UU.

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Washington DC.-

Embajador Ruso

La embajada notificó que Sergéi Kislyak abandonará su cargo, Sessions negó haberse reunido con el embajador ruso en Estados Unidos.

una noticia de la trama entre Estados Unidos y Rusia pareció pasar desapercibida. En un mensaje publicado en la cuenta de Twitter de la Embajada Rusa en Estados Unidos se notificaba el retiro de Sergéi Kislyak de su cargo, uno de los personajes claves en la investigación que se adelanta por la posible participación de los rusos en las elecciones de los Estados Unidos. Tras casi 10 años en este puesto Moscú ha decidido retirarlo, sin anunciar aún quién lo remplazará.

Este diplomático de apariencia bonachona ha sido la piedra angular de algunos de los más devastadores escándalos que han sacudido los seis meses que Trump suma en el poder.

La prensa se ha hecho varias preguntas, así como quienes siguen este caso, siendo la más importante: ¿Cuál fue el papel de Kislyak en este caso? ¿Se conocerá alguna respuesta? Según lo expresa la comunicación oficial, el retiro se da como “fin de misión”.

Se rumora que el sucesor podría ser Anatoly Antonov, antiguo viceministro de Asuntos Exteriores ruso.

La noticia se conoce en un momento crucial para la investigación, luego de que se conociera que Trump y Putin sostuvieron una segunda reunión - no oficial - en la Cumbre del G20 y justo dos días antes de que Jared Kushner, yerno de Trump, confirmara que sí tuvo encuentros con los rusos.

Kislyak fue un diplomático experimentado y discreto, producto puro de los servicios exteriores soviéticos, a donde ingresó en la década los 70 con un diploma de ingeniero en el bolsillo. Graduado en el Instituto de Ingeniería Física de Moscú y en la Academia de Comercio Exterior de la Unión Soviética, toda su carrera ha girado en torno a la vida diplomática.

Sergei Kislyak, el alfil ruso en la crisis de Donald Trump

Este es el embajador que con sus reuniones ha puesto contra las cuerdas al gobierno de EE. UU. El embajador ruso en Washington, Sergey Kislyak, era todo sonrisas el martes pasado por la noche en el Capitolio, charlando con otros diplomáticos extranjeros y legisladores estadounidenses que acudieron, como él, a escuchar el primer discurso ante el Congreso en pleno del presidente Donald Trump. Pero este diplomático de apariencia bonachona, que hace nueve años representa a Moscú ante la Casa Blanca, ha sido la piedra angular de algunos de los más devastadores escándalos que han sacudido los 44 días que Trump suma en el poder.

La razón es que sus reuniones con algunos de los más cercanos asesores del hoy presidente durante la campaña electoral, y luego en la transición, ya les ha costado el cargo a algunos de ellos o los han puesto en una situación difícil, porque mintieron al negar los encuentros.

Esto, en medio de las evidencias de los servicios secretos de la injerencia rusa en las presidenciales para dañar con ataques cibernéticos a la entonces candidata Hillary Clinton y favorecer a su rival, el hoy presidente Trump. Y de las sospechas que ha despertado la excesiva simpatía de Trump hacia el presidente ruso Vladimir Putin.