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El bloqueo político en Alemania amenaza con paralizar Europa

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Alemania

Los planes discutidos con Macron para reforzar la UE quedan en suspenso en tanto crece la posibilidad de que se repitan las elecciones.

El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, tenía previsto presentar el 6 de diciembre un gran paquete legislativo para la zona euro que recibiría el apoyo de la Francia de Macron y la Alemania de Merkel. El plan estaba más o menos listo desde poco después de que Macron asumiese el gobierno, pero Europa estaba esperando que, tras las elecciones del 24 de septiembre, se formase gobierno en Alemania. Esa agenda ha quedado en el aire después de la implosión en el seno de las negociaciones de la Coalición Jamaica, en la que Merkel llevaba un mes trabajando junto con los liberales del FDP y Los Verdes.

Cuando el resto de los participantes creían que finalmente se estaba cerca de cerrar el acuerdo de borrador, Christian Lindner, el líder liberal, se levantó de la mesa de madrugada, diciendo que «es mejor no gobernar que gobernar mal y que «no vamos a llevar a nuestros votantes a un gobierno sobre cuya semilla central ni siquiera nosotros estamos convencidos.

Después de un intercambio de reproches por el fracaso de la negociación, el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, declaró que el mandato electoral no es algo que sencillamente se pueda devolver sin haber cumplido con el electorado» y anunció que en los próximos días mantendrá conversaciones con los presidentes de los partidos que estaban negociando, y «con los presidentes de los partidos que, por cuestiones programáticas, no quedan excluidos de una posible formación de gobierno.

Por unos momentos, Alemania giró la mirada hacia otra posible gran coalición, porque se estaba refiriendo a su propio partido, el socialdemócrata (SPD), a pesar de que a esa misma hora, en un ejercicio de cacofonía política desde la Casa Willy Brandt, el candidato socialdemócrata Martin Schulz, que obtuvo en septiembre el peor resultado de la historia de la formación, se reafirmaba en su rechazo a hablar sobre una alianza con Merkel argumentando que el electorado votó en septiembre contra de la prolongación de la gran coalición» y extendiéndose, optimista, sobre las posibilidades que supuestamente se abren para él en una repetición de los comicios.

Creo que tenemos mucho que ganar con propuestas sobre cambio de clima, mercado laboral, cuidado a dependientes, el futuro de Europa o paraísos fiscales. En las pasadas elecciones no tuvimos la oportunidad de un enfrentamiento real que ahora sí tendríamos, dijo.

La única declaración definitiva sobre lo que ocurrirá en Alemania a partir de ahora era la de Merkel. Su primera reacción fue de disgusto no disimulado y sorpresa contenida. Nos faltaba muy poco. Naturalmente, el principal obstáculo era la política de inmigración, pero precisamente esa discrepancia no era con el partido liberal y, en todo caso, estoy convencida de que las diferencias con ese partido se hubiesen podido solucionar, repetía visiblemente abrumada.

Unas horas más tarde, tras una breve reunión con el presidente alemán, Merkel concedió una entrevista a la televisión pública alemana en la que afirmó que prefería repetir las elecciones. Unas nuevas elecciones serían una vía mejor que un gobierno en minoría, dejaba caer, como una losa, sobre la política europea.

Merkel descartó por completo gobernar en solitario, aunque admitía que hoy nunca diría jamás. Pero tendría que reflexionar mucho antes de tratar de gobernar sin una mayoría en el Bundestag, dijo sobre una fórmula que no tiene precedentes en Alemania y adelantando que seguirá liderando su partido en el caso de nuevos comicios que, según representantes de Los Verdes, tendrían lugar aproximadamente en Semana Santa.

El presidente alemán tiene ahora la última decisión.